martes, 9 de febrero de 2010

FELIZ CUMPLEAÑOS CANARIO QUERIDO!!!



Dedicado a todos los que día a día confirman que ser hincha de Flandria es lo mas lindo que te puede pasar en la vida


* Sábado 12 AM. Un cosquilleo recorre el cuerpo, que consume el almuerzo sin degustarlo, frente a miradas familiares que lucen ajenas a la previa de una rutina única e intransferible. Faltan todavía tres horas para que empiece el partido, pero ya el reloj biológico se las arregla para inmunizar el espíritu contra todo estímulo que no tenga aliento a fútbol, en una suerte de autismo pre-ceremonial. El subconsciente murmura melodías populares en clave futbolera: "Somos los mismos que siempre te aguantamos, vamos descontrolados siempre donde jugás….", pero nadie las escucha. Mientras se contestan obviedades ante preguntas rutinarias de hermanas, primos, novia, etc., el subconsciente sigue analizando alternativas. Se especula con posibles resultados en otras canchas, se maldice la derrota de la primera rueda frente al rival de este sábado, "pero esta vez va a ser distinto...", claro. Son los síntomas inequívocos. Es la misma fiebre de todas las semanas. Impermeable a cualquier diagnóstico racional.
INCURABLE!
A lo lejos se ve llegar a la gente pintada de fanatismo. La gente "común" los ve pasar. No entienden de qué se trata. Ven banderas cuyos colores no reconocen, escuchan cánticos indescifrables, referencias y/o apodos desconocidos para su cultura futbolera/dominguera. La gente va. Hinchada de orgullo Barrial. Busca una canchita suburbana que pone a prueba el más audaz espíritu expedicionario. Nadie sabe cómo pero llega, y toda su carga emotiva se ve corporizada en "hinchas de fútbol de ascenso", esa raza inexplicable, se instala donde puede, luego de haber salvado escollos insalvables…….. Insalvables para cualquier ciudadano "normal", de esos que pagan puntualmente su abono a la platea dominguera.
¿El partido? 0-0. Un bodrio. Le pegaron de punta y para arriba los 90 minutos. Pero la sensibilidad del hincha sabatino está curtida para soportar aún males peores.
Claro que si se ganó el clásico, a la vuelta en casa habrá (por un tiempito, hasta que la responsabilidad tribunera obligue a pensar en el próximo rival) derroche de jovialidad para todos. Solo los más allegados sospecharán que fue un bochazo del once en el último minuto o una salida en falso del arquero de ellos en tiempo de descuento la causa real de semejante despliegue de simpatía. Y si se perdió... ¿cómo lograr que alguien más en el mundo -la novia, el almacenero, la vieja- comprenda la naturaleza y el significado de esa amargura de sábado a la tardecita? A quién le va a explicar uno que en la cancha de Brown de Adrogue el lineman se comió un offside más grande que la Casa rosada, que el nueve de nuestro equipo "pateó" con el tobillo porque la pelota picó en un "cráter" dentro del área chica, que el cuatro de ellos pegó como un ninja, que "ya van a ver cuando vengan a casa el campeonato que viene", que...
Que ser hincha de Flandria es un sacrificio……. Ni siquiera acredita la palabra "sacrificio"!!!. ¿Quién podría asumirse como un sacrificado, si no existe placer más grande que el sufrimiento por los colores de siempre?
¿Qué más?
Todo lo demás, quienes diseñan sus vidas sobre el triunfalismo de los domingos, jamás lo entenderán...





Salud amigos. Canario Eterno



*Fragmento adaptado de "Sabado".

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